Cuando tenía unos 25 años, pensé en el Yoga de forma muy natural, ya que para mi era misterioso el hecho de que me podría apoyar a mejorar mi salud, y no sólo a nivel físico, mejor que las otras cosas.

Entonces comencé a practicar Yoga para ver cómo fluía. Sin embargo, tuve que decir que no era para mí, ya que no tenía flexibilidad ni paciencia para mantener las posturas. Así que me di por vencida.

Años después, decidí volver a la clase de yoga porque mi salud no estaba bien. Ni siquiera me di cuenta de que mejoraba a nivel físico mucho más de lo que pensaba y empecé a darme cuenta de que el Yoga no eran simples ejercicios físicos, me inspiraba cada vez más cada vez que practicaba.

Durante 2 años practicando, mi cuerpo y mi mente cambiaron totalmente. Me siento mucho más relajada, tranquila pero con energía, mucho más flexible, con una respiración profunda mejor y más controlada. Por eso el Yoga realmente me enganchó.